La leyenda del Payaso de It de Gijón

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Dicen que hay ciudades que duermen tranquilas junto al mar. Gijón no siempre es una de ellas. Esta es la leyenda del payaso It de Gijón. Una historia de película de terror que se convirtió en realidad.

payaso It en Gijón

Historias para no dormir en Gijón

Cuando el sol cae detrás del Cerro de Santa Catalina y las luces del puerto comienzan a titilar, algo se mueve entre las sombras. Algo que no pertenece del todo a este mundo. Algunos lo llaman leyenda urbana, otros lo llaman sugestión colectiva. Pero quienes lo han visto prefieren no hablar demasiado. Temen que, al pronunciar su nombre, vuelva.

El payaso del globo rojo

Todo empezó una noche fría de otoño en La Calzada. Lucía volvía a casa tras su turno en una cafetería del barrio. Apenas había gente en la calle y el sonido del mar llegaba apagado, como si viniera de muy lejos. Al doblar la esquina hacia una calle mal iluminada, lo vio: un globo rojo flotando, atado a una farola.

No habría sido inquietante de no ser porque la calle estaba completamente desierta y el globo se movía apenas, como si alguien lo acabara de soltar. Lucía lo miró un segundo más y siguió caminando. Fue entonces cuando notó una presencia a sus espaldas.

—¿Buscas algo? —susurró una voz ronca.

Se giró de golpe. Al final de la calle, apoyado contra un portal, había alguien disfrazado de payaso. Vestía un traje sucio y raído, como si hubiera sido rescatado de un baúl viejo. Su cara estaba pintada de blanco, con una sonrisa roja que no parecía dibujada, sino cortada en su piel. Y sus ojos… sus ojos eran demasiado humanos para ser parte del disfraz.

El payaso no se movió. Solo la miraba. Lucía retrocedió un paso, luego otro. Cuando parpadeó, había desaparecido.

Esa misma noche otros vecinos aseguraron haber visto globos rojos en El Llano, en Ceares y cerca del Molinón. Algunos incluso afirmaron haber escuchado risas en callejones vacíos. La historia se extendió rápido por redes sociales, pero la policía no encontró a nadie. Ningún bromista, ningún disfraz. Nada.

Susurros del puerto

Un pescador del Musel contó tiempo después que vio al mismo payaso caminando por los muelles en plena madrugada. No flotaba ni se desvanecía como un fantasma, pero había algo en la manera en que se movía, algo… antinatural, como si cada paso estuviera descompuesto en varios movimientos pequeños, rotos.

—No era humano —juró el viejo—. Y si lo era, ya no pertenece a este mundo.

Nadie le creyó, hasta que empezaron a aparecer marcas en los muros del puerto: huellas de mano pequeñas, como de niño, pintadas con algo que parecía rojo. Demasiado rojo.

¿Broma o advertencia?

Algunos dicen que es solo un imitador de película. Otros aseguran que el payaso es un espíritu que vaga tras una antigua tragedia olvidada por la ciudad. Lo cierto es que, desde entonces, de vez en cuando vuelven a aparecer globos rojos en noches sin viento.

Pero si alguna vez caminas solo por Gijón al caer la noche y ves uno, no lo sigas. Y sobre todo, no mires atrás si escuchas una risa en la oscuridad.

Porque puede que descubras que las historias para no dormir… existen.

La verdadera historia del payaso It de Gijón

La policía identificó a un joven de 22 años que publicó en las redes fotos que generaron inquietud y miedo en la ciudad. Estaba disfrazado de payaso asesino en los lugares más emblemáticos de Gijón. La policía concluyó que el joven no había cometido ningún delito ni ninguna conducta susceptible para ser sancionado. Tan solo había publicado fotos con mensajes enigmáticos allá en el mes de octubre de 1914. El chico comentó que tan solo se trataba de una broma y que solo quería divertirse con sus amigos. Bajo el nombre de gijonclown se podían leer sus mensajes: «¿Miedo a los payasos?… pero si somos de las personas más amistosas, simpáticas y amigables que existen. Nos encontraremos por la noche…». Algunos de los lugares en los que apareció fotografiado fueron el Cerro de Santa Catalina, parque de Isabel la Católica y las Letronas,…